Objetivos y preferencias
EL CASINO
OBJETIVO NUMERO 1 DEL CASINO COMO EMPRESA: Ganar dinero. Cuanta mayor cantidad, y más rápido pierda el jugador, mejor para ellos.
OBJETIVO NUMERO 2: Hacer perder el control al jugador. Si pierde el control efectuará apuestas más elevadas, y no sabrá cuando abandonar el juego.
PREFERENCIAS: Es totalmente lógico que prefieran a los jugadores de INTERIOR DE TAPETE, los que colocan 40 u 80 fichas en cada jugada, antes que al jugador de SUERTES EXTERNAS.
No hay nada que “inquiete” más al personal de un casino que un jugador "sistemista". ¿Por qué? Muy sencillo, a ellos no les interesa un jugador que pacientemente coloca una ficha en el color NEGRO, en la siguiente jugada coloca 2 en el ROJO, luego está una jugada sin apostar, a continuación vuelve a colocar 1 ficha en el NEGRO, y así sucesivamente...
A ellos les interesa el jugador que compra 50 - 100 fichas, y las reparte desordenadamente en 3 o 4 jugadas sobre el tapete (con la esperanza de conseguir un pleno). A la quinta jugada, si el azar no está de su lado, volverá a comprar 80 fichas más, y seguirá con la misma dinámica de juego hasta que se quede sin dinero para apostar de nuevo. Quizás tenga algún golpe de suerte aislado que le proporcione ganancias abundantes, pero que con toda probabilidad serán efímeras porque no sabrá retirarse a tiempo, o por que estará intentando recuperar las pérdidas anteriores.
Y puede incluso que las ganancias proporcionadas por un pleno ganador sean prácticamente anuladas por las pérdidas producidas por las apuestas que ha efectuado simultáneamente en esa misma jugada. Pero él no es consciente de ello. También hay que tener en cuenta la “propina” que da a los empleados cada vez que acierta un pleno, o que cambia fichas. Queda muy bien la frase de agradecimiento del croupier, pero con toda seguridad el personal del casino piense "pobre desgraciado, durará poco...". No ha de olvidar nunca que el personal del casino considera a los jugadores, en general, como enfermos. Este tipo de jugador está condenado a durar como máximo 25 minutos en una mesa, y cuando se retire por falta de efectivo, su lugar será ocupado por otro jugador de similares características. Esta clase de jugador ya entra en el juego habiendo PERDIDO EL CONTROL.
El jugador planificador, en cambio, siguiendo su prudente y calculadora dinámica de juego, en un día totalmente “fatídico”, y al cabo de 2 horas de juego, puede llegar a perder 25 fichas (no más por que ese era su límite de pérdidas preestablecido. Y no lo modificará por nada del mundo). En cambio, en un día normal, sufrirá las oscilaciones normales del juego, con 3, 5 o 10 por encima, o por debajo de la par, y dejará de jugar cuando haya alcanzado su modesto pero efectivo LIMITE OPTIMO DE GANANCIAS... Es totalmente lógico que el casino prefiera al otro tipo de jugador.
El objetivo número 1, y sus preferencias son totalmente normales. Incluso el objetivo número 2 lo sería también, si no se traspasasen ciertas líneas rojas. Se explica con mayor profundidad en los apartados comportamiento del casino, conducta irresponsable, y publicidad engañosa.
Ellos mantienen vivo el "mito" de que la ruleta es invencible. Basándose en su pequeña ventaja matemática. Pero saben que no es así, y que son otros los factores que provocan la derrota del jugador. Son conscientes que un jugador que se comportase como un robot, frío y planificador, inalterable, les crearía muchos problemas.
En el JUEGO REAL, cuando un casino detecta a un jugador que aparentemente sigue una estrategia, esperan un tiempo prudencial, y si ven que no altera su comportamiento pueden intentar desestabilizarlo de diferentes maneras: no pagarle una apuesta ganadora (mientras reclama, y se comprueba mediante las cámaras pueden pasar quince minutos), acelerar o ralentizar la jugada para pillarlo distraído, o provocar su impaciencia. Tambien pueden colocar a su lado un jugador que le distraiga o le impida colocar con tranquilidad las fichas, provocar un incidente (con personal propio del casino), que les proporcione la excusa para prohibirle la entrada. O simplemente diciéndole que su presencia no "es grata". El jugador podrá reclamar, y quizás al cabo de dos o tres meses le den la razón, pero cuando vuelva a esa sala, inventarán otra excusa. Son una empresa privada, que como se ha explicado, tiene como único objetivo ganar dinero. No se lo dejarán arrebatar fácilmente. Para ellos, y es totalmente inaceptable, "el fin justifica los medios".
El control lo efectúan a través de las cámaras, y sobre en la caja central. Cuando “marcan” a un jugador, le pedirán su ticket de entrada, tanto al cambiar dinero por fichas, como a la inversa. Sin embargo, existen infinidad de formas para evitar ser detectado. Sólo hay que agudizar un poco más el ingenio.